Como si cada vez que te desplazas observaras
un infinito numero de posibilidades, todas válidas, perfectamente ejecutables,
disponibles si solo cortase el cordón umbilical con lo anterior; en esa situación,
desbordante y simple al mismo tiempo, me encontraba mientras preparaba mi sándwich.
Si, en serio!
Un trozo de tocino fileteado sobre la tabla y
pensaba, le corto longitudinal o transversalmente? Aja, pero si es
longitudinal, puedo quitarle la grasa del borde, y de la otra forma no. Y si
solo le pico a la mitad y me como la fracción de carne? O si simplemente le
doblo a la mitad y lo pico en trozos longitudinales para ahorrar tiempo? Y de
paso me como un pedazo antes de coserlo. Tan fácil como eso, solo segundos después
de levantarme, sin pensarlo ni siquiera, cual movimiento automático de la
rutina del día a día. Al final, tome las herramientas, los ingredientes y “wass”,
mi sándwich que saciaba mi hambre del desayuno, apareció.
Todas las situaciones pueden ser simples o
complicadas, largas o cortas, es decir, es cada uno quien categoriza y atribuye
propiedades sobrehumanas o sencillas a lo que observa. Nada ha sido tan claro
desde que el hombre comenzó a tener uso de razón y nada es tan alejado de
nosotros cuando debemos aplicar un razonamiento des-agregante y des-hilachante
para hacer perceptible la realidad: “Es fácil pero queríamos complicarnos”.
La gente en general, cual si fuere actitud
originaria de un autoflagelo conductual o encriptada en el ADN, tiende a
vislumbrar el camino más largo y complicado en busca de la solución a la
empresa que se destina. Y esto quizás, pueda tener una componente de reto dada
la barrera que se presume superar, pero escapa de los conceptos de eficiencia,
eficacia y “ahorro de tiempo” que suelen aplicar las personas exitosas con
SENTIDO DE LOGRO. Para llegar a una meta, no es lo complicado lo que importa,
es la capacidad de hacer la situación tan SIMPLE que nadie o pocos pudieron
visualizarlo así. Es esa virtud intelectual consciente o no, producto de
nuestra experiencia y capacidad de relacionar lo que conocemos, la condición
que nos catapulta más rápido que a otros.
La oportunidad siempre está, y a cada segundo
más cerca, sin embargo solo un observador capacitado puede notarla y en segunda
instancia (no siempre inmediata), aprovecharla. Como dice el Venezolano típico “Tomar
el toro por los cachos” es una tarea de valor, sacrificio y acción. De lo
contrario, el rezago y desanimo toman parte del individuo como observador
inactivo, falto del sabor dulce de la victoria. Tan dulce como la miel (miento,
es mucho más), tan exquisita como “un bagre frito con ensalada de aguacate”, y
perteneciente al que nunca se detuvo buscando la simplicidad del camino en pro
de la meta anhelada.
Simplicidad en este contexto no es facilismo, dado que mientras la primera
te ofrece una ruta óptima de llegar a salvo a tu destino independientemente de
las condiciones del terreno que pisas, la segunda te puede catapultar muy rápido,
pero a la miseria. Hay que saber diferenciarlas por estar muy ligadas en el
contexto teórico y práctico. Hay que aplicar la astucia de aquella persona
(tampoco recuerdo su nombre) que dijo: “Dios dame la serenidad para aceptar las
cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para
reconocer la diferencia”. Cabe destacar, aquí la sabiduría no actuaria como
acto de fé sino como una variable funcional útil producto del trabajo cerebral.
Increíblemente, cada paso cuenta, cada mirada
y cada pensamiento, pero vistos desde el sentido simplista se fusionan para
conformar un todo que resuena a la misma frecuencia. En una onda filosófica pasaría
a ser la teoría para descartar lo importante de lo necesario. “Si nos importa
no necesariamente lo necesitamos, pero si lo necesitamos de por si debe
importar”. Por tanto, satisfacer necesidades básicas, definir realmente lo que
nos interesa es el paso inicial para simplificar la ecuación de
nuestra vida y comenzar a caminar por el camino despejado de variables que
muchos creen importante y, que no son más que obstáculos intrascendentes
y coyunturales. Aclarar la mente y relajarse es el fin mientras se está en la
ruta optimizada del tránsito propuesto, porque al fin y al cabo la vida es
SIMPLE.
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